Llueve, escucho un blues... -3-
Y llegaron los recuerdos. Se le agolparon tan de pronto, que tuvo que detenerse del vaso. La escena, como siempre, lucía suave y tenue, con ese dejo de cursilería que le molestaba, pero por alguna extraña y ajena razón, le tranquilizaba el ansia de salir corriendo como loca. No era que no lo quisiera. Simplemente lo batallaba a diario. Las manias, los gestos extraños y casi bizarros, el airecito de intelectual que solo con mover los labios, arreglaba el mundo tres veces. Por otro lado, ¿que decir de sus locuras y sus detalles? ¿Quien, antes que el, había logrado cautivarla con atenciones? Pero no esas atenciones fatuas y falsas de los pretensos de siempre que solo buscan colchon. El habia logrado entrar.
Todo ello, mientras en la pista, el arremetia los zapatos de los músicos con sus costillas.
Recordó los primeros días, las primeras idas al cine, cuando le compró el libro frente a la universidad y se metió al salón, en medio de la clase para dárselo. Y luego... las tardes en la casa de Morelos. Horas y horas de intercambiar esencias al ritmo de Coltrane y Mozart. Litros de sudor y lágrimas, siglos de remanso despues de las tormentas, atisbando por el siguiente temporal.
¿Que carajos estaba pensando? ¿Porque lo bueno termina asi, tan de la fregada? Debería existir un protocolo para las despedidas traumáticas que garantize el pronto y completo restablecimiento emocional.
Don 120 kilos de pura fibra tomó el amasijo que antes era Ramiro, como si fuera un sobre de mensajería y lo entregó a la acera golpeada por la lluvia.
Comprobó por fin las palabras de Manuel: "La venganza nunca es buena porque mata el alma y la envenena"
Al cuerno con Manuel, con Ramiro y la méndiga vecina cusca del 204!
Don 120 kilos:-Ya estuvo, m’ija. Quieres que te lleve a tu casa? Nos llevamos a aquel cabron?
-No tio. Me llevo el carro de Ramiro.
3 comentarios
Mariana -
Y pues sinceramente por mas que trato de hilarlo, no le veo secuencia... saludos XD
pepensador -
mike -