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Pepensador

Juanito y su tía.

El reclinatorio calaba gacho en las rodillas. El calambre por venir anulaba casi cualquier vestigio de devoción. El sermón, afortunadamente, no había sido tan extenso como acostumbraba el señor cura. El diácono fue bastante sucinto.

Juanito contaba a los feligreses por sexta vez, mientras su tía repasaba por cuarta el inventario de pecados a confesar y cribaba, con singular desparpajo, los que tocaban hoy.

"Pueden ir en paz, nuestra celebración ha terminado" alcanzó a oir Juanito ya en el atrio, cuando intentaba patear a las palomas, cagado de risa. Su tía gritaba, "no te vayas a perder, cabron, nomas me confieso y nos vamos"

Se asomó presuroso a los puestos, los cinco pesos de domingo estaban por ser liquidados. Vaciló un momento entre los churritos con chile o una rebanada de jícama. Ambos valieron madre ante el excepcional surtido de "cuetes". Se hizo de tres buscapies, una paloma regular y dos chifladores.

Alcanzó a ver a Lupita y su mamá dándo vuelta en la fonda de Doña Martina y les gritó, pero no lo alcanzaron a oír.

"Ora, guey. A quien le hablas?" El Chocho le habia arrebatado su bolsa, esculcando su recién adquirido arsenal.

"De pocas! Ora veran esos méndigos del arroyo!". Juanito ya corría tras el, rumbo a la vereda que bajaba hacia el lecho del río seco que todos en el pueblo llamaban el arroyo.

Llegaron a un punto en el que divisaban a los seis que jugaban futbol.

"ora si, jijos de la chingada! a ver si son tan chidos!"

El Chocho imaginaba ya una victoria contundente, al tener el recurso bélico de los "cuetes" de su lado. Imbuido de pompa castrense, ordenó: "JUAN!! LOS CERILLOS!!" al ver acercarse a los futbolistas, a distancia mas cercana de la que habia medido inicialmente.

Cuando los llevaron de regreso al templo Don Nicasio y Pancho, su hijo, la tía de Juanito se desmayó.

 

1 comentario

marcos -

jajaja,me dio risa la confesada cuando le dijo al choc que no se perdiera cabron.