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Pepensador

Pancho haciendo panchos

La cerveza ya se habia calentado y sabia a rayos, pero el profesionalismo se impuso y terminó la tarea. La luna le recordó que ya era de noche, como en otras ocasiones el sol le iluminaba de mañana. Tal profundidad de razonamiento le dio sed y pidio por sexta vez la última. Exprimió medio limon en la botella, derramando la mayor parte por el cuello y dejando micheleado adecuadamente el mugroso mantel de la cantina. La rocola sonaba sabroso, pero le dio flojera tratar de recordar la letra de la cancion o quien cantaba. Fermin insistia en el dialogo filosofico que habia perdido hacia la tercera helada, por lo que el solo respondia entre dientes algo parecido a un "Claro, por supuesto!" y movia periodicamente la cabeza, a veces de arriba a abajo, otras de izquierda a derecha y las mas hacia donde fuera, igual Fermin seguia en su rollo. El solo imaginaba su figura tierna y frágil. Le pidió disculpas por llevarla, aunque fuera en imagenes febriles a tan bajo escenario. Brindo por ella junto con Fermin, por motivos evidentemente distintos. Las lagrimas proferian sabor salado al brebaje. Fermin se calló por fin.

1 comentario

Daanroo -

A veces cuando le leo, me hace preguntarme que tanto es de diferente el hombre...


hace poco tiempo leí este poema que le pongo., hoy me lo recordó,

tal vez porque en otra ocasión un caballero, también recordaba en medio de una tarde de lluvía fina y una voz a medio cuello.


Tu voz,
¡Dios mío, tu voz!
El espíritu ríe
y la carne llora.
cayó como lluvia fresca
en mi reseco campo,
en los cantos arados
de los surcos de mi cuerpo
abiertos por la yunta
de los bueyes
de mis años.
Y fue tu palabra el alivio
que me dejó redento,
aunque mi espíritu ríe
y mi carne llora.

Pepe Martín.