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Pepensador

La Cacería

Divisó por ultima vez el horizonte, sin saber que carajos buscar. La imagen de regreso permanecía impavida, sin importar cuantas veces bajara la mirada y volviera a mirar. El panorama persistia en su inmovilidad. El seguia desesperado en la espera de no saber que esperar. El arma, calibrada mil veces y mil veces mas, cumplia su cometido a cabalidad de estar alerta y lista para la acción. Una nube lejana parecia invitarle a la contemplación; él simplemente volvió a bajar la vista. Ciertos sucesos llamaron su atención momentaneamente, un enjambre de algo mudabase de domicilio. Cada individuo era un suceso, por supuesto. (Amable lector, multiplique por el número de integrantes que se le ocurra que pueda tener dicho enjambre, para calcular, de manera aproximada, de cuantos sucesos estamos hablando)

Por fin, la noche llego a acompañarle. El frio empezo a calar. La oscuridad le iluminaba algunas cuantas ideas y refrescaba el seco y yermo páramo de la razón. Se puso en marcha, la jornada era dificil y demandaba el esfuerzo último que ya había comprometido.

Al llegar a la ladera este del promontorio, detuvo un momento el andar. Prendió un cigarro y derramó tres lágrimas deshidratadas en honor a la causa primera y última y prosiguió. Caló el arma con severa celeridad y apuntó, deseando con toda el alma, errar esta vez con toda la insensata convicción que pudo acopiar. El disparo fue certero, el corazón herido por su arma desangróse en un diluvio de estrellas, que, amorosamente, regaron su vida para siempre y hasta nunca.

4 comentarios

pepensador -

Es un halago inmerecido, atesoro con cariño tu abrazo... gracias!

mixtli -

Desvaríos, amorosos sangrantes... ya lo he dicho, y palabras bien escuchadas no hace falta que se repitan... pero nunca está demás... Me encanta tu manera de escribir.
Un abrazo fuerte!

pepensador -

interesante optica, pero se refiere a la no siempre correcta elección del objeto de nuestros desvaríos. un placer recibirte, Maestro.

Gatopardo -

Suicida convicción, interpreto.

Un gusto verte de nuevo

ronroneos