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Pepensador

La tarde de Pablo

La mañana escuece la retina, mitad por la luz, mitad por la urgente necesidad de ver lo nuevo del dia neonato. Cascadas de ideas revueltas por la noche buscan acomodo ante lo escabroso de la novedad. Puñados de luces se entremezclan con pensamientos añejos de anoche y producen la consabida resaca de las mañanas post nocturnas. Un vuelo intermitente de algun oscuro habitante matinal interrumpe tan preclaro devenir de ideas, para permitir de inmediato, la recurrencia. Cientos de lagrimas secas esperan un poco de hidratación merced al continuo y constante apachurramiento cardiaco que no demorará mucho en aparecer. El golpeteo en la puerta, antecedido por cuatro largos timbrazos, recuerdanle que no tiene ganas de nada, mucho menos de encontrar a otro ser humano, que en el mejor de los casos, le es (y el sentimiento debe ser mutuo) totalmente intrascendente. A la hora decidió incorporarse solo para decidir volver al tibio amparo de la cobija, rancia de sufrir junto a él, tanta imaginada desventura. Intentó su consabido juego de inventar términos para definir su sentir: Astrabalado, descongojizado, pacetamólico, bullantramagoso. Perdió 3 a 0 contra el mismo y le dió hambre. La cocina le recordó un poquito más, si es posible entre tanta y tanta, su soledad. Los platos con vestigios de tardes o noches no hicieron mas que herir el olfato y convocar a la perezosa melancolía de fregar, fregar. Que friega es vivir! No dudo en meterse a bañar, reclamando la urgencia de recargar el combustible y riendo a fuerza, pero por lo menos riendo en un momento. La calle ya lo esperaba, como acechando a la fácil victima; tráfico, humo, gente odiosa, gente feliz, mucha gente, autos, camiones, más tráfico, perros callejeros, perros con dueño, dueños sin perros, pájaros seguramente mutantes, basura. Ciudad de nada. Nada por doquier y en ningun lado. Camino seguro para el que no va a ninguna parte y al que nadie espera nunca, como siempre. Se perdió durante toda la mañana, ya dijimos que en ningun lado, al fin nadie lo esperaba. Recordó que debia haber hablado a algun lado para avisar que no iba a avisarles nada, pero inmediatamente lo olvidó. Asi llegó la tarde. Otra tarde. Otro dia igual que el espacio entre dos dias. un dia para vivir sin dejar huella... una tarde de terror, previa a la asesina sensación de tener que dormir para seguir muriendo al dia siguiente.

2 comentarios

pepensador -

Hermosa dama, dueña de la precisa palabra... nomas dime cuando! yo ya estoy... Un gran abrazo y muchas gracias por pasar

Azul -

Para seguir muriendo al día siguiente....

Mi querido amigo...un vino y una charla...para tanta empatia.

Bikos.