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Pepensador

No siempre es necesario

El calor -como era usual- ya no lo agobiaba. Simplemente se dejaba calcinar lento.

Los recurrentes empezaban el recorrido. Tenia tiempo dejándolos estar, tal vez sencillamente ser. No sabía -o quería- conflictuarse con ellos y quedar indemne.

Uno empezó: "Y si tooooodo es solo un error?" Iniciaba a masticarlo para no poder tragarlo, cuando otro atacó : "Tal vez es producto de una torpeza natural, que no cualquiera disculpa"

Las nubes, en su errante dibujar formas, no acababan de cumplir con su tarea de ilusionar un descenso en el, ya inminente, infierno.

Quiso aclarárselo, pero no estaba para disculpas. No entendió que los sueños son autónomamente desmadrosos, que la víscera cardiaca es harto voluble y que el alma se disfraza a menudo, para ocultarse de si misma.

Cuando logró articular una serie de argumentos, más o menos verosímiles, rompió mentalmente el escrito... y decidió lo obligado para el polvoriento corrompido que se imaginaba: uno no es uno claudicando, modificando esa colección descolorida de defectos que nos van definiendo.

Las nubes se alinearon para llorar su cargamento.

Las figuras formadas nunca fueron parecidas a nada de lo que hubiera esperado, y sin embargo, la explicación siempre estuvo ahi.

 

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