Desde donde no puedes oirme
A eso de las cuatro, la madrugada deja de gritarme tu nombre. Entonces, los sueños de siempre y de nunca. El enorme vacío y luego la llama de una esperanza blanca de tan inutil, de tan escondida.
La razón de no razonar, el saberte de nadie y no poder ocupar ningun sitio. Charla. Mi corazón espera por tus texturas, mi oido, mi hombro, mi eterno ser el que no quiero y no puedo ser, conspiran. Ganan.
Como entrelazarte sin apagar la otra luz, como sentir el viento de tus vuelos en el de tanto recorrido.
Porque se confunden los motivos y tu sonrisa que espera a un complice, recibe, sin que lo sepas, un te quiero que lleva intencion de sudor. Quiere inaugurar tu sentido del tacto intenso, de las lágrimas que salen solas, cuando es tanto la nada, que nada importa.
Deberia ser perdonado, entendido o castigado. Se que no lo sabes y yo imagino la respuesta. El tiempo no me alcanza para seguirte imaginando. El ojo reconoce, el corazón interpreta la balada que mas le acomoda.
La moraleja no esta escrita; la verdad nunca se sabe, de ciertos acercamientos va uno armando realidades menos insatisfactorias, hasta que, rendido por la contundencia de los hechos... uno se rinde.
Como gritas lo que, solo pensarlo, te avasalla?
No hay respuestas y lo se. De cuando en cuando, existen y estarán por siempre entre nosotros, como fieles carceleros del alma, latidos estrujantes que no debieron existir, pero te ahogan. Dramáticos (patéticos) estertores de inflamado tenorio de tercera, que atrévese a pensar en jugar con el fuego de lo divino.
Cuan sincero sería el corazón de hoy, diciendo te amo?
Podrías creerme lo contrario y que tambien la amo a ella?
Yo no, pero es cierto.
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Daan. -