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Pepensador

Con cierta esencia a olvido

Lucio recorrió por sexta vez el espacio desierto entre sus fantasmas y los concurrentes. No veia a nadie, pese a lo poblado de la plaza. Globos y juguetes voladores con propulsión infantil, palomas petulantes, parejas en fuga -al encuentro o en dirección adversa- y toda la imaginería que pudiera dibujarse en un lienzo tal.

Ciudadanía, seglares, lumpen, guardianes, heroes y villanos. Todos pasan en algun momento por algun lugar.

El flaco volvia a acertar: como escapar, cuando no quedan islas para naufragar.

La luna se encargaba de ambientar, de manera lúgubre y un tanto burlona a todos los involuntarios.

El escenario recurrente con tal vez, escenografía distinta y reparto alterno no distingue demasiado entre las anteriores puestas en escena. Otro cigarro, más café, nada de charla. Solo el diálogo recurrente y las mismas lágrimas que el creía lograr contener y que siempre, burlonas, caían a sus ojos.

No podía entender el dolor. No queria. Era -fue- inutil.

¿Como es que recuerdas lo que no pasó?

 

 

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