Caducidades
Hay sueños que terminan porque no tienen otro remedio.
Otros abortan su mision por fallas estrategicas y son tan ruines que tienen bien merecido su destino.
Los hay que se construyen sobre otros sueños y, etereos al fin, terminan por liberarse y emprender un vuelo propio que casi nunca nos incluye.
Los que caducan de nada, que se vencen a si mismos, son los más difíciles de tragar pues estrujan la epiglotis y se quedan a vivir en ella, dejandonos toda la vida con su cabuz atorado, sin dejarnos respirar como antes.
¡y dicen que soñar no cuesta nada...!
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